Después de los máximos que se alcanzaron en el oro el pasado septiembre de 2011, nos encontramos con una bajada en dos sesiones del 13%, que unido a lo anterior nos devuelve un acumulado del 29% desde aquellos máximos. Estamos ante el efecto Death cross. Un rápido desplome que da la razón a la apuesta bajista de Soros.
Pero a la hora de predecir el comportamiento del dorado metal, debemos poner la mirada especialmente en los factores macroeconómicos así como de la oferta y la demanda.
Además debemos ser conscientes de como los bancos centrales están expandiendo irracionalmente sus balances, y mientras el dinero fiduciario sea cuestionado, divisas alternativas como el oro recuperar su fuerza. Además, si todo este proceso se traduce en un proceso de inflación incontrolada sin crecimiento económico, los bienes tangibles, el oro uno de los más importantes, volverán a ser uno de los puertos seguros para el dinero más temeroso. Y si, por contra, la depresión termina ganando, también será el oro el que se levante como alternativa.