Breve historia de la acuñación de monedas (2)

PROCESOS DE ACUÑACIÓN

Acuñación a martillo

En la Europa de mitad del siglo XVI, las casas de la moneda de los diferentes países eran talleres artesanales, hasta que aparecieron los medios de mecanización. El proceso de fabricación de cada moneda, se realizaba con muy pocas herramientas en un local denominado hornaza. Que podría describirse como una pequeña sala en la que había un responsable de taller llamado hornacero o capataz. El hornacero era un trabajador independiente que aportaba sus trabajadores y herramientas, trabajando a comisión sobre la producción de piezas acuñadas.

La hornaza estaba dividida en 4 espacios adyacentes:

En primer lugar, estaba la hornaza, en la que se fundía el metal, se estiraba o “laminaba” mediante martillazos, se recortaban las piezas que servirían para las acuñaciones, denominadas cospeles, para finalmente recocerse, lo que confería al metal una maleabilidad que facilitaría el proceso de acuñado. El segundo espacio se denominaba portal, y era el lugar donde se realizaba la amonedación de los cospeles a martillo. A continuación se pasaba al recinto de blanquición, donde se aplicaba un lavado con productos químicos. El último espacio era la oficina de talla, donde mediante los cuños o troqueles se terminaba la acuñación de la moneda.

Estos talleres artesanos llegaban a tener hasta 40 operarios, pero era difícil superar el numero de trabajadores, y mantener el control de los mismos, así como de la calidad del trabajo, por lo que cuando se necesitaba aumentar la producción, se multiplicaba el número de hornazas. Cada una de ellas con su hornacero.

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